La historia

*Retoño de una aventura


*Prólogo

En un lugar muy lejano, ajeno a las leyes del tiempo y el espacio, comienza nuestra historia, el retoño de una aventura. Allí las personas normales no se comportan precisamente como personas normales, y tu límite no es la luna, ni mucho menos las estrellas. Cuando corres mientras ríes y no miras hacia delante, lo menos de lo que te preocupas es de si te vas a caer o no, sino de si vas a caer por un descuido en una puerta dimensional mal cerrada.


                   Y es aquí hasta donde quería llegar.


Cuando hablaba de que las leyes del espacio y el tiempo ni les van ni les vienen, hablaba muy en serio, y de manera literal.
En ese lugar, existen unos seres a los que llaman dragones (definición rápida de dragón: reptil descomunalmente grande con alas, muy inteligentes, pero sobretodo, capaces de viajar de una dimensión a otra con una facilidad envidiable para cualquiera que quiera llegar hasta estos paisajes.)
En este mundo, los dragones son cabalgados por jinetes que protagonizan las leyendas de los caminos, personas con las que están unidos desde antes de su nacimiento, que sienten y necesitan, y con las que comparten mil y un secretos…

Y justo aquí comienza nuestra historia, justa y decididamente en el fino hilo que separa la Antigua Dimensión Humana y la Antigua Dimensión Mágica. Allí se encuentra la escuela del Equilibrio:


Retoño de una aventura
*Capítulo 1     



El sol comenzaba a asomar por el horizonte, tiñendo las nubes de un suave color sonrosado. Era muy temprano, pero todos estaban levantados y preparados para lo que un año más se les echaba encima.
La superficie del lago aún reflejaba la risueña silueta de la luna y las de algunas nubes algodonosas que cruzaban el cielo. La sombra del castillo comenzaba a recortarse contra el bosque, que esperaba paciente la llegada de los alumnos a la escuela. El insólito paso que cada año traía a los estudiantes a la escuela se erguía sobre el lago, conectando la isla donde se hallaba el edificio con el inmenso bosque que acogía en su interior a millares de hadas, gnomos y duendes.
Sobre las almenas, en uno de los torreones más cercanos a la orilla del lago, las gárgolas comenzaban a desperezarse a la llamada de un nuevo día. No muy lejos de allí, sobre el tejado abovedado del observatorio astronómico, dos sombras esbeltas comenzaban la habitual espera.
-¿Cuánto tiempo más, Dane?-susurró la primera sombra, que estaba sentada en el borde del tejado con los pies colgando. El muchacho que la acompañaba sacó un pequeño reloj dorado de su chaqueta.
-No mucho más.-contestó con algo de inseguridad- ¿ha salido ya Álakran?
-Aún no, pero no debe de faltarle mucho.- Como si intentara contestar a la pregunta, una fugaz sombra se recortó durante un instante sobre el tejado.
-Allá va.- susurró el muchacho, tapándose la cara con la mano para ver mejor. El gigantesco dragón blanco atravesó en apenas un instante el lago y comenzó a sobrevolar el bosque, en busca de algo. Se paró en seco en mitad del bosque y abrió las alas, quedándose suspendido en el aire y tapando por un momento el sol. Alzó la cabeza y dejó escapar un rugido agudo, de triunfo y alegría. Hubo una especie de ondulación en el aire y todo el bosque se revolvió un instante. Una fuerte pero breve ráfaga de viento helado proveniente del bosque azotó a los dos jóvenes, que aún permanecían sobre el tejado, observando al arcano dragón blanco, el único tan poderoso como para ser capaz, año tras año, de abrir la puerta que conectaba la Antigua Dimensión Humana y la Antigua Dimensión Mágica con el bosque que rodeaba la Escuela de Equilibrio. El viento despojó a los muchachos de sus capuchas. La joven muchacha se levantó y dejó bailar al viento sus cabellos rizados a la vez que miraba a su compañero con sus profundos ojos verdes. Mientras, su capa ondeaba al viento tras de sí y en su cuello revoloteaba un colgante con un nombre: “Nadja C.”.
El sol había salido casi por completo y las sombras de los árboles ya eran completamente visibles sobre la superficie del brillante lago. Mientras tanto, el dragón volaba de nuevo hacia la escuela, y los dos jóvenes muchachos se encaminaban hacia la entrada de la escuela, saltando de tejado en tejado.